miércoles, 8 de abril de 2009

Bermúdez cuestiona el “Perdón” de Sebastiani


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El investigador de la Historia local, Antonio Bermúdez, ha realizado un estudio, “La Otra Mirada”, en el que analiza y muestra sus reflexiones sobre los hechos acontecidos en Manzanares durante la Guerra de Independencia contra la Francia napoleónica. Entre otras conclusiones, Bermúdez afirma que no nos encontramos ante el bicentenario del Patronazgo de Jesús del Perdón y que puede que no fuera Sebastiani el verdadero protagonista de los hechos.

Bajo el título “La Otra Mirada. Reflexiones sobre el encuentro del párroco, don Pedro Álvarez de Sotomayor Rubio, con un general francés”, el investigador de la Historia local, Antonio Bermúdez, ha recopilado su análisis y conclusiones sobre los hechos acontecidos durante la Guerra de Independencia en Manzanares.

Este es el relato de los hechos según Bermúdez. El día 27 de mayo de 1808, la 1ª División del Cuerpo del Ejército de Observación de la Gironda, compuesto por 30.000 hombres, bajo el mando del general Pierre Dupont, se detuvo en Manzanares, en su camino hacia Cádiz. El general en jefe decidió entonces establecer un hospital en la villa para atender a sus heridos y enfermos, ubicándolo en las dependencias del Convento de Carmelitas, que ocupaba el lugar donde actualmente se encuentra el Colegio “San José”, en la calle del Carmen.

El 5 de junio de ese año pernoctaron en Manzanares nuevas tropas de refuerzo francesas que se dirigían a Cádiz, mandadas por el general de brigada Louis Liger-Belair, pero que no lograron pasar de Valdepeñas, tras su enfrentamiento con los vecinos y segadores que trabajaban allí en la campaña de cereales. Enviaron emisarios a distintos pueblos de la provincia pero, que se sepa, únicamente Manzanares intentó prestarles ayuda. Armada con horcas, hachas, palos y navajas, una masa humana se dirigió al hospital, para robar los más de 200 fusiles que debían portar los franceses. La multitud enfervorizada asesinó despiadadamente a muchos de ellos, que apenas opusieron resistencia, pensando que no querían otra cosa que robarles. Esta saña espantó a la mayoría de los manzanareños, que regresaron a sus casas convencidos de que sobrevendrían durísimas represalias contra la población.

Cuando regresaron las maltrechas tropas del general Liger-Belair, las explicaciones de las autoridades, notables y clero debieron resultar lo suficientemente convincentes para que los franceses no tomasen represalias contra la ciudad, reiterando su compromiso con ella.

El 22 de junio, la numerosa división armada del general Dominique-Honeré Vedel, llegó a Manzanares, sabedora de los hechos acontecidos días antes, dispuesta a infligir un castigo ejemplar a la ciudad. Pero de nuevo las autoridades locales, entre las que se encontraba también el párroco Sotomayor, salieron al encuentro de los franceses, que desistieron de su deseo de venganza, gracias a la intervención de Liger-Belair. Bermúdez considera que este fue el auténtico “Perdón” de Manzanares.

En marzo de 1809, Napoleón ordenó al prestigioso general Horace François-Bastien Sebastiani la reocupación de La Mancha, que realizó en tan solo seis días. Ocupadas las principales poblaciones de la zona, el día 31 de marzo, festividad de Viernes Santo, se cree que fue el conocido general el que llegó a Manzanares. Pedro Álvarez de Sotomayor era en ese momento la máxima autoridad local, tras el linchamiento del alcalde, y la huída de su sustituto recién nombrado. De nuevo temerosos por las represalias de un acontecimiento que, según Bermúdez, ya se había diluido en la memoria de los franceses tras los “desastres de la Guerra”, los manzanareños, guiados por Sotomayor y portando la imagen del Cristo Arrodillado del Perdón, salieron al encuentro de la tropa. En el breve encuentro, probablemente conmovido por las súplicas e incluso el ofrecimiento de su vida a cambio de la de los vecinos por parte del párroco, el General francés prometió que no habría ningún tipo de represalia y entregó su fajín a la imagen de Jesús del Perdón, en un gesto simbólico de conciliación con la ciudad, si bien sí que hubo represiones posteriores durante la ocupación de la ciudad, según el investigador.

De todo lo expuesto, Bermúdez concluye en su hipótesis que no existía ninguna intención genocida en Sebastiani y a quien debería estar profundamente agradecida Manzanares es al general Liger-Belair; que Jesús del Perdón ya recibía esa advocación anteriormente a los hechos de la Guerra de la Independencia y no procede de ellos. Finaliza su tesis afirmando que el patronazgo de la ciudad no fue concedido a Jesús del Perdón hasta 1858, según ha deducido por un sermón escrito por el obispo Carrascosa y que bien podría deberse a la conmemoración del cincuentenario de la Guerra de Independencia.

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