jueves, 10 de marzo de 2011

El Entierro de la Sardina acaba con el reparto de 2.500 pastas y Mistela


Las calles por donde discurrió el cortejo fúnebre de los restos mortales de Doña Sardina estuvieron llenas de gente en la tarde del miércoles. La Comisión “Amigos del Carnaval” organizó diferentes actividades, entre otras, el reparto al mediodía de 100 kilos de sardinas asadas y vino blanco. La incineración tuvo lugar, por la tarde, en la Estación de Autobuses, donde se repartieron 2.500 pastas con su silueta, acompañadas de Mistela.

Los carnavaleros de siempre no faltaron a la cita del “Entierro de la Sardina”. Todos ellos mostraron el dolor, desconsuelo y muchísimo sufrimiento por tan lamentable pérdida. El cortejo fúnebre discurrió por las calles Jesús del Perdón, Virgen de la Paz y Toledo. La comitiva se formó en la plaza de San Antón.

Se inauguraba con el monaguillo, Óscar Jiménez, acompañado del sacerdote Peraco Junior. Jiménez se mostró muy entristecido porque finalizaba el Carnaval. Sin más, describió a Doña Sardina como una mujer “con el pelo negro”.

Un año más, el carnavalero Pedro Bordejé era el encargado de conducir el coche fúnebre, adornado con flores de “plástiquillo”. Señaló que una de las novedades, en esta edición, era el estreno del vehículo. Se trataba de un “Citroén 2 CV”, que ha sido restaurado para transportar a este ilustre personaje carnavalero en su último viaje.

No podía faltar en el Entierro de la Sardina “el pulicía local Moyita”, que junto a su hermano, de “segurata”, se bastaron para dar seguridad al cortejo fúnebre..

Los sepultureros, Alfonso González (el Galgo) y Antonio Vázquez (Baldo), entre otros, aportaron una carretilla metálica en la que se podían ver todos los materiales necesarios para su entierro: rasillones, cuerdas, espuerta y demás. González se lamentaba de la poca participación, sobre todo, de los más jóvenes.

Los hermanos Zipi y Zape, representados por Juan Carlos Criado y Juan Antonio Moraleda, respectivamente, hicieron mil fechorías durante el desfile. Ambos mostraron su felicidad porque la muerte de la Sardina les había hecho “no ir al cole”. La definieron un poco “guarrona y demasiado alegre...”.

Tras los sepultureros y los divertidos Zipi y Zape, participó en el ilustre desfile un grupo de músicos encargado de amenizar todo el cortejo, que interpretó obras musicales “tan tristes” como Tengo un tractor amarillo, entre otras.

Otro enamorado del Carnaval, Marcos, encarnó en la edición de 2011 a Francisco de Quevedo.

A continuación, jóvenes viudas, para dar paso a otras desconsoladas “viudas” no tan jóvenes. En ellas era palpable el sufrimiento por tan lamentable pérdida.

Pepe Registra, Maribel y compañeros de fatiga de la Peña el Patacón, dieron la nota más galáctica del desfile con un cuidado y esmerado vestuario y maquillaje.

En la Estación de Autobuses tuvo lugar el momento más amargo del Carnaval 2011 de Manzanares: la incineración de Doña Sardina. Allí, para paliar el dolor y las penas por tan “importante pérdida”, los componentes de la Comisión de Amigos del Carnaval repartieron dos mil quinientas pastas con la forma de sardina. Y para amortiguar el frío, se repartieron vasitos de Mistela.

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