Una crítica a la sociedad americana, a la corrupción que pone de relieve los conflictos morales y a la desestruturación familiar que trae consigo la guerra fueron los puntos claves de la obra de Arthur Miller “Todos eran mis hijos”, que se representó en el Gran Teatro . Uno de sus protagonistas, Carlos Hipólito, dijo que el director argentino, Claudio Tolcachir “más que adaptar una obra de teatro, ha hecho cachitos de vida enmarcados en un escenario”.
Los ecos de la II Guerra Mundial resonaron en el auditorio manzanareño durante la noche del sábado, 19 de febrero, con la puesta escena de “Todos eran mis hijos”, de Arthur Miller. La obra narró la vida de una familia “modélica”. El padre, Joe Keller (Carlos Hipólito), es un empresario de éxito que durante la Segunda Guerra Mundial ganó mucho dinero vendiendo piezas de avión de combate al gobierno. Todo marcha sobre ruedas para la familia Keller, hasta que un accidente de aviación durante la guerra causa la muerte de uno de sus hijos, Larry. Como consecuencia, su madre, Kate Keller (Gloria Muñoz), sufre un shock del que no consigue reponerse. Fran Perea, Manuela Velasco y Jorge Bosch, entre otros, completan el gran elenco actoral.
El protagonista del montaje, Carlos Hipólito, se mostró muy feliz por llevar a escena este personaje. Dijo que la obra, aunque se estrenó en 1947, sigue patente. Se refirió a que Arthur Miller habla de la necesidad de mentir, las ganas de poder y la responsabilidad de los propios actos. Fran Perea apostilló que, también se definen en ella “los valores de la familia, el amor, la educación, la traición y la amistad, dentro de una estructura endiablada”.
En referencia al director argentino Claudio Tolcachir, el actor Jorge Boch lo define como “un crack”, lleno de juventud, cercanía y talento, que ha hecho una excelente adaptación. Así, Fran Perea apuntó que “la sabia Argentina se ha quedado impregnada en el montaje”.
Por su parte, Carlos Hipólito lo describe como un director que tiene un concepto del teatro que los actores comparten y que hace que el espectador no se siente en un patio de butacas mirando una función de teatro, sino que se sienta como un ciudadano que está espiando por el ojo de una cerradura. “Más que obras de teatro, quiere hacer cachitos de vida, enmarcados en un escenario”.
Junto al elenco actoral sobresale de la obra “Todos eran mis hijos” una cuidada escenografía y vestuario, que hicieron que el público del Gran Teatro de Manzanares se pusiera en pie para despedir el montaje. Hipólito señaló que el drama tan tremendo de la obra de Miller se solapa con el decorado, en el que sobresalen unos árboles idílicos.
Todos los actores coincidieron en señalar que, desde su estreno en Madrid en el mes de septiembre, la obra está contando con una gran acogida. Carlos Hipólito dijo que están teniendo mucha suerte de esta respuesta y que el teatro “es un enfermo terminal con salud de hierro”, apostillando Fran Perea, “que tiene una mala salud de hierro y se repone de sus enfermedades”.
miércoles, 23 de febrero de 2011
“Todos eran mis hijos” pone en pie al Gran Teatro de Manzanares
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