martes, 10 de noviembre de 2009

Soberbio trabajo actoral en la representación de “La vida es sueño” en el Gran Teatro



La Compañía Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid puso en escena, en el Gran Teatro, “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, en una versión renovada y visceral de Pedro Manuel Villora con dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente. El montaje de uno de los textos más singulares del Teatro Barroco sorprendió al público de Manzanares con un extraordinario trabajo actoral protagonizado por Fernando Cayo.

Los actores principales del montaje, Fernando Cayo (Segismundo) y Chete Lera (Rey Basilio), bajo la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente, recrearon la obra de Calderón de la Barca "La vida es sueño" en la que no se podía obviar la poesía. Algo más de tres mil versos conforman la arquitectura verbal de esta pieza que se estrenó en Madrid en 1635, cuando Calderón, a sus treinta y cinco años, era un joven rebelde, inconformista y atormentado, planteándose dilemas entre el sueño y la realidad.

El espectáculo que se puso en escena el sábado en el Gran Teatro de Manzanares, incluido en la programación cultural propuesta por el Área de Cultura del Ayuntamiento para el mes de noviembre, fue galardonado varias veces con un premio Goya por el mejor diseño de vestuario. Su puesta en escena resulta enérgica, con los actores siempre en movimiento, imprimiendo a sus personajes una fuerza e intensidad que sale del escenario y se extiende por todo el patio de butacas.

El director pone en escena el primer "Segismundo en vaqueros", personaje crucial que interpreta Fernando Cayo y que no aparece encadenado, aunque tiene que dar esa sensación ya "que aparece tirando de una cadena que no existe". Cayo comparte protagonismo con Chete Lera, quien da vida al Rey Basilio en una recreación de la obra en verso de Calderón de la Barca.

El montaje de la compañía “Siglo de Oro” de la Comunidad de Madrid, representa las bondades del teatro Barroco español en general y del de Calderón de la Barca en particular. Un drama con notas trágicas, dotado de una estética muy cuidada y que pone el acento sobre cuestiones de carácter social como la libertad y el progreso del hombre por encima de las presagios y juicios de la astrología. Se trata de una propuesta que destaca por su contundencia y por ser “una exaltación de la rebeldía del ser humano”, personificada en Segismundo que lucha por encontrar su lugar en el mundo y termina rompiendo con la rabia que le oprime.

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