El alpinista manzanareño Javier Moreno ha intentado trepar a las cimas del Pirineo en multitud de ocasiones, pero en la montaña el viento es el que manda y el que te permite o no seguir avanzando. Asegura que a nadie le obligan a subir montañas y que hacerlo es una filosofía, una forma de vida.
Con 18 años, Javier Moreno, enfermero de profesión, comenzó a interesarse por el mundo de la montaña ya que su hermano, de dos años menos, empezó a ir a subir montañas. Al principio, comenta, “era un juego de niños”, metían las cuerdas al fondo del macuto para que los mayores no supieran de sus intenciones. Poco a poco, ese juego se fue convirtiendo en algo más.
Moreno empezó trepando montes pequeños, cercanos a donde vivía, como La Pedriza en Madrid. Conforme se iban haciendo mayores iban aumentando la dificultad de la subida. El alpinista comenta que con 18 años escalaron el Naranjo de Bulnes, “al principio eres inconsciente del peligro que tiene, pero poco a poco te vas formando”, añade.
La escalada ha sido para el enfermero una ayuda fundamental “ya que cuando te encuentras con un paso con más dificultad o técnicamente delicado, es más probable que estés a la altura”. Del mismo modo Moreno añade que él prefiere “atravesar collados, ir de montaña en montaña, porque el montañismo te permite hablar con el resto, conocer distintos parajes y es mucho más gratificante”.
Javier Moreno ha escalado el Mont Blanc en tres ocasiones, pero por problemas del tiempo, sobre todo un viento fuerte, no ha podido concluir su andadura, aunque éste no duda en que lo volverá a intentar. Ha estado en todos los macizos españoles; Picos de Europa, Pirineos, Gredos o Sierra Nevada, son algunas de las elevaciones que este manzanareño ha escalado. Sin embargo, a pesar de haber subido a tantas montañas, los que más le han marcado, asegura, son “El Aneto, que es el más alto del Pirineo o el Naranjo de Bulnes, una montaña mítica, difícil por todos los sitios y muy singular”.
La preparación para este deporte “es muy importante y fundamental”, explica Moreno, añade que la salud es lo que prima en estos casos, aunque él en unos picos se encontró con una cordada de ciegos. “Lo más imprescindible es mucha resistencia, forma física y tener capacidad de sufrimiento”, explica el alpinista y añade que se tiene que tener la capacidad de pasar hambre, calamidades como mucho frío y mucho calor, sed, pero que en todo caso “la montaña te recompensa”, asegura Moreno.
La montaña es mucho más segura cuando vas acompañado, el enfermero señala que él cuando va en compañía de otra persona hace cosas y se arriesga mucho más que cuando va solo, pero que en caso de que hagas el trayecto sin compañía las vivencias son mucho más interesantes y tienes una comunicación con la montaña mucho más fuerte, “algo particular, difícil de explicar”, asegura Moreno.
Los materiales fundamentales para ir a la montaña “son unas buenas botas y una mochila, todos los demás instrumentos se utilizan según el tipo de elevación al que quieras subir”, explica el alpinista. Para las montañas heladas o nevadas puedes contar con la ayuda de unos pinchitos que se llaman crampones, y que en las pendientes son de mucha ayuda, éstos se ajustan a las botas y se enganchan como si se tratase de un sky. También el piolet, emblema de los alpinistas “tiene forma de pico, y con él puedes hacer multitud de cosas, desde subir, descender o cavar”, explica el montañista.
Los planes futuros de este alpinista manzanareño no están muy claros, ya que acaba de llegar hace un mes de los Alpes y les ha echado para atrás el viento. En su agenda está volver a intentar escalar el Mont Blanc, pero mientras tanto se irá a la Sierra de Gredos a mantenerse en forma. Javier Moreno pertenece al club de montañismo manzanareño “La Mesnera”, con este grupo de montañistas hace excursiones por los parajes cercanos a la localidad y hace poco escalaron el monte de La Mesnera al que le deben su nombre.
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